Escribo esta entrada porque ando bastante bastante cabreado
y triste por lo que me ocurrió ayer en el gimnasio Virgin Active de Zaragoza.
El caso es que yo llevo una cadena con una cruz de oro, única
herencia de mi difunto tío-abuelo. Como siempre, antes de la sesión de
entrenamiento, que la quito y lo dejo en la taquilla junto a mis otros enseres,
con la peculiaridad de que esta vez me vi obligado a coger una taquilla
especialmente alta ya que el gimnasio andaba bastante saturado…
Podéis imaginaros que me pasó: tras acabar el entrenamiento
y ducharme, cogí todas mis cosas y, debido a que la balda de la taquilla
quedaba fuera de mi vista, se me olvidó coger la cadena con la cruz.
Tras darme cuenta unas horas después, volví inmediatamente
al gimnasio, y miré en la taquilla… la cual estaba reocupada ya. Pregunté en
recepción si alguien había dejado algo y… no.
Entonces decidí dar un voto de confianza al actual usuario
de la taquilla, y he esperado hasta hoy por la mañana. Tras ir a las 7 de la
mañana, nada más abrir el Virgin, he preguntado a los encargados de la limpieza…
y nada, he mirado en la taquilla… y nada, y he preguntado en recepción y… ¿adivináis?
NADA.
Ahora aquí viene mi reflexión: en un gimnasio en el que la
cuota mensual es de 90 eurazos al mes… donde solo con observar a la gente te
das cuenta de que es gente de pasta, que no parece que necesite de estas
nimiedades… gente a la que le supongo un civismo al compartir gimnasio con
otros y llevarse su toallita preciosa para no manchar de sudor las maquinas… ¡¿de
verdad el que se ha encontrado mi cadena no ha decidido dejarla en recepción, y
se la ha quedado dios sabe para qué?!
Estoy muy enfadado y decepcionado, ya que, por mal que me
viera económicamente, jamás, JAMAS, se me ocurriría llevarme algo que no es mío,
más aun sabiendo el componente sentimental tan importante que suele rodear a
las joyas.
Pero tristemente vivimos en un país de chorizos, donde no
puedes dejar una bicicleta con menos que una “U” y una cadena bien gorda, o de
lo contrario dura menos de 1 hora en la calle (si, habéis adivinado bien,
también me han robado recientemente la bicicleta), donde sí se te olvida algo
encima de cualquier superficie, vale que te gires para que desaparezca, y donde
sí se te ocurre dejar el abrigo apilado en cualquier parte de una discoteca y
no en el ropero… olvídate de él.
Estoy muy decepcionado con nuestra falta de civismo y con
nuestra mentalidad, en un país donde nos produce más satisfacción que el vecino
pierda el coche a tener nosotros uno mejor, donde nos sentimos más satisfechos
si nosotros salvamos el culo mientras todos caen antes que alegrarnos del bien
ajeno... puede que sea algo radical, ya que escribo desde la tristeza de una pérdida
importante y el desencanto, pero seguro que todos vemos a alguien reflejado en
estas palabras.
Nada más, solo quería desahogarme y ejemplificar, una vez más,
hasta donde un gesto simple, desinteresado, puede hacer feliz a otra persona.
Seamos cívicos por favor.
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